Un lugar llamado Besòs.
11 de enero de 2012 | Temas: Interculturalidad/Convivencia | Noticias | Racismo y Xenofobia

Los conflictos en los polígonos de las periferias urbanas tienen amplificador. Esos espacios metropolitanos, nacidos de una cruel centrifugación urbanística, se extendieron, en todas las aglomeraciones de población, desde Río de Janeiro hasta El Cairo, pasando por las ultradensificadas ciudades europeas, para llevar a los márgenes de la ciudad la posibilidad del conflicto. En todos los sitios es igual: clases trabajadoras y populares, población inmigrante, recién llegados o eternos inadaptados. En todos los sitios es igual: que no se vean mucho. Dos grandes transformaciones urbanísticas pautan la construcción de la ciudad moderna. La primera, en el siglo XIX, fue el modelo creado por el barón Haussmann, en el París de Napoleón III, y que luego imitarían todas las metrópolis modernas. A través de la perforación de la urbe medieval con grandes avenidas y bulevares, el centro de las ciudades se convirtió en un inmenso escaparate para la multitud paseante y en un lugar fácilmente controlable para la policía y el ejército. El proceso monumentalizaba el centro de las ciudades, pero sobre todo, de paso, creaba un imaginario urbano tan potente que, pronto, la ciudad quedaría reducida a su centro. Poco a poco, a partir de entonces, empezaba un proceso de centrifugado que iba a expulsar a la periferia de las ciudades todos los contingentes de población potencialmente más conflictivos con la imagen que cada ciudad quería proyectar de sí misma.
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