El sábado, contra los gitanos de Turín. El lunes, contra los negros de Florencia. La persecución del inmigrante ha resucitado peligrosamente en Italia. Si durante el fin de semana, hinchas radicales de la Juventus se aprovecharon de una falsa denuncia de violación para arrasar un poblado de rumanos, el lunes por la mañana, un pistolero de 50 años, militante de la ultraderecha, descargó su Magnum 357 contra unos vendedores ambulantes de origen senegalés. Mató a dos, hirió a otros tres y finalmente, al sentirse acorralado por la policía, se suicidó en un garaje.
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