Aterrizaron en Álava como menores extranjeros no acompañados (’menas’), pero pese a lo que indicaban sus pasaportes, las pruebas óseas determinaron que eran mayores de edad, por lo que la Diputación no se hizo cargo de ellos. Ahora, una veintena de estos jóvenes inmigrantes son acogidos por varias familias voluntarias que les ofrecen un lugar donde pasar la noche.
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