El País, 10-04-2014. Alrededor de las siete de la mañana la cola ya parece interminable en los angostos tornos azules de la frontera de Melilla con Marruecos. Como cada día a estas horas, decenas de mujeres marroquíes, la mayoría de ellas ancianas, se agolpan para cruzar hacia territorio español en busca de mercancías. Les espera un duro día de trabajo, ataviadas únicamente con su chilaba y con un ’hiyab’ (pañuelo islámico) bien ajustado, como única protección contra el afilado frío del amanecer.
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