El País, 11-07-2012. Alejandro Solalinde no recuerda cuántas veces le han dicho o ha oído que lo van a matar. En abril una mujer se le acercó en un cajero y le confió que ya había un sicario contratado para él. Esta pista se unía a otras recientes y las autoridades le pidieron que saliese un tiempo de México para investigar las amenazas. Después de dos meses en Norteamérica y Europa, el cura Solalinde, de 67 años, regresa al albergue del Estado de Oaxaca donde hospeda y protege a los miles de inmigrantes centroamericanos que atraviesan su país hacia Estados Unidos expuestos a la trata de personas de las bandas criminales.
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