
"Ante todo, Bizilagunak, es una propuesta honesta. Aparentemente parece algo muy sencillo. Simplemente se trata de compartir una comida de domingo entre dos familias desconocidas. Pero abrir las puertas de tu casa tiene también algo de exponer tu intimidad, de dejar que el otro, el desconocido, participe de tu espacio, de tus recuerdos, de tus maneras… Me gusta que algo tan cotidiano como comer pueda tener una dimensión tan profunda. Entre plato y plato, estos desconocidos han dejado de ser el otro, el personaje invisible que se cruza en la calle. Eran simplemente dos familias contándose anécdotas y compartiendo sus opiniones sobre el barrio mientras los niños jugaban"