El Heraldo, 01-07-2014. La puerta de un garaje entreabierta deja ver literas y camas en donde duermen hasta una docena de personas en Ricla. El resto de este reducido espacio lo llenan una ducha, una placa vitrocerámica y una nevera. Es una de las cocheras de una urbanización de doce adosados y algunos pisos en los que apenas hay un par de propietarios. La crisis del ladrillo los dejó sin dueño, pero las casas han sido ocupadas por gente de origen rumano que, durante la campaña agrícola, subarrienda camas a compatriotas suyos por precios que están entre los 40 y los 100 euros al mes.
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